El violoncello o violonchelo o cello o chelo (todas las formas son correctas) es un instrumento de la familia del violín, y no es derivado de la viola da gamba, como muchos creen. La familia de las violas es otra, totalmente aparte y muy diferente.
Los grandes instrumentos de la familia del violín son obras de arte al mismo tiempo que instrumentos musicales, para apreciarlos tienen que ser vistos. Para un experto los aspectos importantes a la hora de analizar un instrumento son: la calidad y grosor de las maderas, el barniz, la curvatura, el clavijero, las ‘f’, el alma, etcétera. Para un intérprete lo más importante debería ser el sonido, el color y calidad sonora del instrumento.
Según los conocimientos actuales, Andrea Amati (ca. 1505-1577) de Cremona (Italia) fue el padre del violonchelo, siendo el primer lutier que los construyó. No se conocen cuántos violonchelos creó exactamente, pero se cree que hizo unos seis. El más famoso de estos violonchelos es el que está decorado en sus laterales y parte trasera, se cree que este instrumento fue uno de los 38 instrumentos que Carlos IX de Francia pidió construir a Amati.
Los hijos de Andrea, Antonio y Girolamo Amati, continuaron con la tradición y el modelo que creó su padre. Estos, a su vez, enseñaron a lutieres como Antonio Stradivari, Andrea Guarneri, Francesco Ruggeri, Giovanni Battista Rogeri, Gioffredo Cappa y Paolo Grancino.
Antonio Stradivari, sin duda, es el más famoso lutier de toda la historia, y seguramente el mejor lutier de violonchelos y también de violines. Existen 63 violonchelos suyos por todo el mundo. Sus primeros violonchelos hasta 1701 eran de un tamaño mayor al que conocemos hoy en día. Luego adoptó un modelo más pequeño debido a la demanda de violonchelistas virtuosos, ya que esto ayuda a poder tocar en posiciones agudas aunque se sacrifique el poder de las cuerdas graves típico de los instrumentos más grandes. A este modelo le puso en los planos “Forma buona” (forma buena) y es el plano que usan todas las fábricas de instrumentos actuales, en su gran mayoría chinas.
Por supuesto no podemos olvidarnos de la escuela de Venecia, con Matteo Goffriller, Domenico Montagnana y Santo Seraphin. Sus cellos suelen ser de modelos distintos al Strad, con medidas y proporciones diferentes. Hay que recordar que muchos luthiers trabajaban por encargo y se le solicitaban diferentes variables: graves más profundos, agudos más brillantes, mayor volumen en general. Ellos probaban y en algunos casos dieron con modelos que se tipificaron como ser el Montagnana básico, que tiene unas proporciones muy distintas a las habituales y hoy en día son usados por grandes solistas.
El nacimiento de la familia del violín es, sin duda, resultado de una compleja mezcla de variadas influencias, o como Richard Winternitz dice: “el producto final de un proceso de desarrollo largo y variado, una combinación o fusión de muchos patrones y elementos contribuidos por una serie de diferentes instrumentos de arco”. Pero, sin duda, una de esas influencias se impone a las demás: la lira da braccio. Alexander Hajdecki fue uno de los primeros en apuntar a este instrumento como ancestro inmediato del violín.
Se trata de un instrumento que recibe numerosos nombres a lo largo del siglo XVII, como apunta Stephen Bonta (From Viol one to Violoncello: A Question of Strings, 1977), ya que puede aparecer denominado como bassetto, bassetto di viola, basso da brazzo, basso di viola, violetta, violone y violone da brazzo, hasta la segunda mitad del periodo, en que empieza a conocerse como violoncino y violoncello.
Y no es hasta la segunda mitad del siglo XVII en que comienzan a componerse piezas para chelo solo, y este fenómeno tiene su origen en el norte de Italia, en concreto en Módena y Bolonia.
En la década de 1680 comienzan a aparecer partituras para este instrumento y, en concreto, la música más antigua que se conoce es una colección de doce ricercares sin acompañamiento publicadas en 1687 por Giovanni Battista Degli Antoni.
Dos años después salen a la luz dos manuscritos de Domenico Gabrielli que contienen siete ricercares, un canon para dos chelos y dos sonatas. Entre 1695 y 1697, Giuseppe Jacchini publica en Módena cuatro sonatas para violonchelo y continuo. El desarrollo de música en la que el violonchelo adquiere un protagonismo que antes no había alcanzado tiene su porqué en ese momento y en ese lugar.
Gregory Hamilton (The origins of solo cello literature and performance, 1984) lo atribuye a dos factores esenciales: la aparición en el norte de Italia de la primera generación de verdaderos chelistas, que incluiría los nombres arriba mencionados y algunos otros, y, también, la innovación que supuso combinar alambre metálico con las cuerdas de tripa, lo que dio lugar a cuerdas más cortas y delgadas que permitieron un sonido más fuerte.
Sobre el primer aspecto, el surgimiento de una escuela de violonchelistas en Módena y Bolonia, podemos citar los siguientes nombres: Giovanni Battista Vitali, Domenico Galli, Petronio Franceschini, Attilio Ariosti, Antonio y Giovanni Bononcini, Evaristo Felice Dall’Abaco, Pietro Paolo Laurenti y Angelo Maria Fiore.
En relación con el instrumento en sí, el chelo barroco, cuya evolución no se produce hasta finales del siglo XVIII, guarda ciertas diferencias con el moderno. El ángulo del cuello era más recto, lo que creaba un menor ángulo en el mástil en relación con el cuerpo e implicaba una menor altura del puente.
Comparado con el actual, aquel violonchelo barroco presentaba menor capacidad de tensión de las cuerdas, y las cuerdas de tripa eran de una sonoridad muy distinta a la actual. Todos estos aspectos creaban un sonido más suave, cálido y redondo, que Mark Vanscheeuwijck (The Baroque Cello and Its Performance, 1996) define de una forma muy gráfica: “Yo personalmente asocio el sonido del chelo barroco al cálido brillo de la luz de una candela, y aquella del chelo moderno al claro y más enfocado destello de la luz eléctrica. Los dos son igualmente bellos a su manera y cuando son utilizados en el contexto adecuado, pero son diferentes.”.
Violín y viola emergieron primero (quizá en el orden contrario), un poco antes que el violonchelo, pero por bastante tiempo no se le llamó violonchelo, pues encontramos términos que se refieren a él tales como: violone (Corelli, 1681); basso y basse da brazzo (Vitali, 1666); violoncino (Fontana, 1641); violonchelo (Degli Antonii, 1677).
En el fresco de la cúpula de la Iglesia de Santa Maria dei Miracoli en Saronno (Italia) encontramos una imagen de un ángel vestido de azul tocando lo que sería un violonchelo en su estado primitivo. Este fresco que fue pintado por Gaudenzio Ferrari en 1535 nos regala la evidencia de que el violonchelo nació antes de 1535.
Las variantes del violonchelo comprenden, según Van der Straeten, violonchelos de seis, cinco y tres cuerdas. El hermano pequeño del violonchelo es el violonchelo piccolo, que es un violonchelo en tamaño pequeño con 4 o 5 cuerdas. Este violonchelo se cogía o bien entre las piernas (da gamba) o apoyado en el hombro (da spalla).
El termino violonchelo da spalla no se refiere a una variedad de violonchelo, sino más bien solo a la manera de coger el instrumento, en este caso cuando tenía que ser usado en procesiones en la calle, eventos, etcétera.
El primo del violonchelo es, sin duda, el arpeggione, a pesar de que se parezca mucho a una guitarra y, de hecho, fuera llamado guitarra violonchelo. Aquellos que en el autobús me preguntaban si mi violonchelo era una guitarra quizá no estaban tan equivocados…
Van der Straeten también menciona otras tres variantes del violonchelo: el violoncello portatile, el harmonicello y el cellone.
Evolución del instrumento
Casi todos los violonchelos antiguos estaban hechos en un modelo mucho más grande, pero la mayoría han sido cortados por conveniencia de los intérpretes. Estos instrumentos estaban hechos para ser tocados con menor tensión en las cuerdas (de tripa) ya que la afinación del La durante los inicios del violonchelo era de 415 Hz y ahora (cuerdas metálicas) de 440 Hz e incluso 442-445 Hz (Las orquestas buscan un sonido más brillante y los instrumentos de viento tienden a subir, por lo cual se estandarizó de esta manera). Esto demandaba un mástil más largo, un diapasón más largo y un puente más alto. Otro aspecto interesante de la evolución del violonchelo es la pica o puntal, esa barra metálica o de fibra de carbono que usamos para apoyar el instrumento. Además el ángulo de proyección de la tastiera era mucho menor, por no necesitarse ni tanto sonido ni tanta presión de las cuerdas. Por otro lado, al no estar estandarizadas las medidas, la técnica se complicaba ya que la diferencia hacía que uno no pudiera tocar cualquier instrumento en cualquier momento, había que practicar con el que se iba a tocar, y además algunas posiciones como las octavas en primera posición se hacían intocables para la mayoría de las manos promedio.
Antiguamente el violonchelo se sostenía entre las piernas, como la viola da gamba. Esto, por desgracia, estaba mal visto entre las mujeres, por lo que ellas utilizaban un taburete en el suelo para apoyarlo. Esto fue el antecedente del puntal, hasta que François Servais, el famoso violonchelista belga, empezó a usarlo cuando estaba mayor, ya que le resultaba más cómodo tocar con ese apoyo. Según Robert Crome, el puntal solo debía ser usado por principiantes. Cuando el violonchelista hubiera crecido, madurado y tuviera que salir al escenario ante un público, ya no debía utilizarlo. .Hasta la época de Casals hubo intérpretes que se resistían al uso del puntal, aunque parezca extraño. Los cambios no son muy bien vistos en este mundo de la música académica. Pero, al fin la sensatez y la comodidad natural se impusieron, y hoy es raro que alguien que no toque música antigua no lo utilice.
Alrededor de la primera mitad del siglo XVII el violonchelo se convirtió en el instrumento más importante para tocar bajo continuo. Comenzó a formar parte de la popular combinación de dos voces agudas y bajo continuo, que luego se acabó adaptando a instrumentos como el violín, que finalmente se llamaría sonata, término usado para referirse a piezas tocadas con instrumentos y no cantadas.
Según Valerie Walden (“One Hundred Years of Violoncello: A History of Technique and Performance Practice, 1740-1840”) el violonchelo de sonido amplio y brillante, solista, es un invento del siglo XVIII. Entre 1740 a 1840, el interés por lo científico y su aplicación a las crecientes necesidades musicales, llevó a la mayoría de los instrumentos a una evolución decisiva. Cuando llega el siglo XIX, los ejecutantes obligan a los luthiers y vendedores a lograr una codificación tanto del instrumento, como del arco (no olvidemos que tuvo una evolución similar, para todos los instrumentos de la familia). SI bien el violonchelo que conocemos era el instrumento más tocado a finales de los 1800, cuando cambia el siglo los otros primos y hermanos de éste dejan de tener importancia en la escena musical. Por ejemplo, el instrumento usado por las orquestas de la época de Tartini y Leopold Mozart, Basseto de iglesia, que era un violonchelo más grande y ancho, se dejó de utilizar en favor del violonchelo moderno que pronto fue el estándar.
También en la orquesta barroca acabó determinándose como instrumento para realizar el bajo continuo y, con Corelli, parte del concertino (dos violines y violonchelo). Además, se ha de mencionar el papel del violonchelo en la ópera, las salas de concierto donde se interpretaban las óperas eran más grandes que las usadas para música de cámara, y es por eso que el violonchelo fue el instrumento preferido para el continuo, ya que tenía más sonido.
Actualmente el violonchelo no evolucionó más allá de intentos de luthiers aislados, que no prosperan. Si se desarrolló una variante de instrumento eléctrico, que puede ser más o menos parecido al cello acústico (Yamaha y copias chinas) o totalmente distinto (NS). Esta evolución comenzó en los 70 con el desarrollo del transductor o pickup que permitía a los instrumentos acústicos ser bien amplificadas sin temor al feedback o realimentación que antes era una plaga de los instrumentos de caja con micrófonos. Yamaha creó sus modelos pensando en que sean instrumentos silenciosos (línea Silent) y ser usados para estudio. Sin embargo sus dotes sonoras y su sonido distintivo lo hacen excelente para escenarios de música no académica.
En la búsqueda de mejorar los instrumentos acústicos surgieron monstruosidades como los modelos de Thomas Zach (por otra parte un reconocido luthier del siglo XIX) que intentó lograr más volumen por el aumento desmesurado de la caja. También en los 90 se crearon instrumentos experimentales que nunca dieron gran resultado en lo que buscaban, aunque creaban interesantes variables sonoras. Los que sí funcionaron fueron los de fibra de carbono, que se usan hoy en día como excelentes chelos de viaje, ya que su resistencia al cambio de climas y a los golpes accidentales los hacen ideales para la ruta.
Fuente original del artículo (al que hemos revisado y agregado cosas) https://www.melomanodigital.com/
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