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Improvisación en el cello (introducción y 1ra lección)

Introducción

La improvisación en casi todos los instrumentos de corte netamente clásico, como es el violoncello, es bastante descuidada en los conservatorios y escuelas, por no decir que directamente ni se menciona.
Cuál es el problema? Un concepto malentendido de los músicos cultores del género “serio” (como si los otros géneros fueran humorísticos) quienes creen que los compositores son los únicos autorizados a generar material musical y los intérpretes deben ser meros reproductores de ese material.
Si observamos un poco la historia de la música, esto no fue siempre así: músicos “serios” (por que no se reían?) como Bach y Mozart fueron conocidos como grandes improvisadores, cosa que no fue llamativa porque improvisaran, sino porque lo hacían muy bien. Cualquier clavecinista de la época barroca pasaba gran parte de su tiempo de interpretación improvisando, leyendo cifrados y haciendo su parte siempre distinta.
Es lógico que si consideramos a la música como pariente del lenguaje, cosa que salta a la vista (o más bien al oído, ya que ambos son códigos de sonidos ordenados y significantes) y pensamos en cómo se aprenden los idiomas, concluiremos que la enseñanza musical esta tergiversada. Cuando un niño aprende a hablar, al principio repite los sonidos, dentro de un contexto, hasta que comienza a asociarlos con los conceptos que experimenta en el mundo que está explorando. Apenas posee un repertorio simple de dos o tres palabras, ya comienza a usarlas por su cuenta. Qué hace? Nada menos que improvisar. Luego, a medida que su cerebro y su mente se desarrolla, aprende más y más palabras, comprende en forma empírica su gramática y su correcto uso de acuerdo a su medio social, y llegamos al resultado esperado: se comunica.
Por qué la pedagogía musical de conservatorio no produce “entes comunicantes” y solamente logra meros repetidores de palabras sin significado? Porque se olvida de este sistema natural de aprendizaje y pretende que un alumno aprenda a “hablar” con muchísima habilidad y eficiencia, pero sólo leyendo discursos escritos. Por qué no permitir al alumno, apenas ya posee dos o tres “palabras” musicales, combinarlas libremente, equivocarse al usarlas, probar variantes, etc. Eso sería improvisar! Por qué prohibir al pobre músico en ciernes conocer su propio lenguaje? Por qué crear simples reproductores en lugar de gente creativa? Hay muchas explicaciones, muchos culpables.
De todas maneras, nunca es tarde para aprender, como tampoco es tarde nunca para conocer nuevas lenguas. Lógicamente, un cellista muy experimentado con su instrumento, capaz de tocar pasajes endemoniados y virtuosísticos, se sentirá “vacío” e indefenso al empezar a probar la improvisación simple de algunas frases. Pero hay que evitar asustarse, no perder la calma, y volver un poco a la “infancia musical” para poder lograr entender cómo se maneja ese material para lograr lo que buscamos: la propia expresión.

Comienzos

No hay un solo estilo para improvisar. Nadie está obligado a aprender jazz si no lo desea. Es un error asociar la improvisación solamente a este estilo musical. Se puede improvisar en cualquier género, lo que sucede es que el jazz es una música que basa casi todo su desarrollo en la improvisación y la ha llevado a límites extremos.
En estos primeros ejemplos, usaremos un estilo neutro, que puede ser asociado a cualquier música por su simplicidad. Luego podremos ir metiéndonos en el jazz, por qué no, y otras músicas.

Para empezar, hay que hacer un breve repaso de la armonía funcional, que estará disponible en otro artículo de este mismo sitio.
Supongamos que esto ya está hecho y ya podemos comenzar con las bases de la improvisación, que es común a todos los instrumentos melódicos (hasta la voz) pero nosotros obviamente nos basaremos en el violoncello.

Comenzaremos usando arpegios, la mejor manera de entrar en contacto con la armonía de la secuencia que usaremos. Si bien no es preciso usar una base armónica para improvisar, muchas veces sucede y usaremos la armonía como basamento de todo lo que aprendamos al principio.

Los arpegios los tocaremos de la siguiente forma, para ir repasando y poniéndonos en contacto con la armonía desde el instrumento:

La armonía es muy simple, una secuencia diatónica dentro de la tonalidad de Do mayor (C)
Puede grabarse o secuenciarse estos compases, en cualquier estilo, sólo para tener una base más divertida que un metrónomo, y ya tener la sensación de estar tocando en grupo.
Realizamos los ejercicios lentamente al principio, puede hacerse en pizzicato. Cuando se llega al final de la secuencia, se repite.
El siguiente paso es tocar los arpegios no sólo en subida, sino en bajada, o sea ida y vuelta. Do-Mi-Sol-Do-Sol-Mi-Do.

El siguiente paso es complicar un poco más las cosas:

Como verán, la idea es realizar el arpegio desde su fundamental, y luego desde su tercera. En Do, comenzamos de DO y luego de MI. En La menor, de LA y luego de DO natural, y así sucesivamente.
Como podrán adivinar, así no termina el primer artículo sino que deberán realizar por su cuenta lo que sigue: partir de la tercera y luego de la quinta. Una ayuda: en Do, el primer compás, sería: Mi-Sol-Do-Mi- / Sol-Do-Mi-Sol
Se ve fácil, pero para quien nunca haya manejado material musical en forma libre, no resulta para nada simple seguir la pauta que les propongo, se los aseguro (ya lo verán…jejeje)

Un paso más para los rápidos que lleguen hasta aquí y no puedan aguantar hasta el siguiente artículo:

Para ver si realmente ya están dominando los arpegios de esta secuencia, tóquenlos pero buscando la nota más cercana al siguiente arpegio comenzando por su fundamental. Aquí les paso el ejemplo:

La nota más cercana que hay en el arpegio de Do del primer compás, a la fundamental del segundo que es La, es el Sol. Sigan por su cuenta. Luego lo pueden complicar más haciendo los arpegios desde su tercera, y con la misma pauta…la nota más cercana a la tercera del segundo acorde, debe ser tocada en el último tiempo del compás anterior. Veremos que sucede!!! Escriban a patoterito@gmail.com