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Maurice Maréchal: un violonchelo en las trincheras

(Agradecemos a Pablo Parera por habernos hecho conocer la historia de este maravilloso violonchelista)

Maurice Maréchal es uno de los mejores violoncelistas de todos los tiempos, y su influencia en al escuela de violonchelistas proveniente de Francia nos llega incluso hasta hoy.
Desafortunadamente sus cartas han  desaparecido, se vendió su violonchelo (fue visto por última vez en Australia) .Todo lo que queda como recuerdo de él es el “Poilu” que fue su improvisado cello, hecho rústicamente por unos carpinteros en el frente  y conservado en el Museo de la Cité de la Musique, así como su diario de guerra, que se conserva en la Biblioteca Nacional francesa.

“Un artista debe dedicarse a la causa más noble siempre… y eso sería, en tiempos de guerra, ¿morir por su país? “, escribió el día en que fue llamado. Maurice Maréchal tenía apenas 22 años y recientemente había comenzado sus giras como destacado concertista cuando fue enviado al frente: Le Chemin des Dames, Neuville-Saint-Vaast, Haudremont, les Éparges, Verdun. Estuvo en Reims el 22 de septiembre de 1914, cuando la catedral fue destruida.

Habiendo sido mensajero en bicicleta en su niñez, logró que lo nombraran, como era su deseo, camillero o portador. Escribió un relato de su vida diaria en las trincheras desde agosto de 1914 hasta febrero de 1919 en su diario personal.

A principios de 1915, a pedido de sus oficiales  alquiló un instrumento y tocó música de cámara en un trío, realizó funciones religiosas y tocó para la plana mayor. Como él mismo dijo, “la música abre muchas puertas”.  Fue enviado nuevamente al frente en 1916 durante la batalla de Verdún. La guerra no hacía distinciones.

Un chelo hecho de la madera de una caja de municiones

“Le Poilu” es el nombre que Maurice Maréchal le dio a ese chelo que se hizo en Junio ​​de 1915. Su nombre es parte del “argot” o lenguaje de los soldados y significa, literalmente, “peludo”. Plicque y Neyen (no se recuerda sus nombres de pila), dos soldados, que murieron en combate,  que habían sido carpinteros en la vida civil, hicieron el chelo con la madera de una caja de municiones alemana y algunas piezas de roble encontradas, dirigidos por  el músico. Hubo dos versiones de este instrumento, una más angulosa que podemos ver en la foto de abajo, y que pudo ser reemplazada por un instrumento mejor diseñado posteriormente debido a que Marechal pudo conseguir posteriormente unos planos y medidas para orientar mejor a los constructores. El arco fue realizado de manera similar, con un ingenioso sistema semifijo de tensión y encerdado con la cola de los caballos que arrastraban los carros. Resina (colofonia, pez, brea) había, pues se usaba para los cañones y para emparchar las tiendas de campaña.

En varias ocasiones, Maurice Maréchal tuvo la suerte de poder actuar frente a algunos héroes de guerra de entonces: Joffre, Foch, Mangin y Pétain fueron algunos de los oficiales que pusieron su firma en la tapa de este improvisado instrumento. Cuando el regimiento avanzaba  hacia el frente, el instrumento viajaba en la camioneta de suministro, sobre los paquetes de comida.

Dentro de los círculos de violonchelistas, muchos conocen por algunas grabaciones y relatos de otros músicos  al gran artista que Maurice Maréchal fue. Sin embargo, entre las huestes más jóvenes de músicos,  sobre todo estudiantes de los conservatorios, muchos nunca han oído hablar de él. Y no es tan sorprendente, porque sus grabaciones han desaparecido, en su gran mayoría, y las que quedan son de baja calidad.  Hay algunas partituras de su colección personal que se conservan,  en especial una que se vendió en su momento a Mstislav Rostropovitch, y ahora se encuentra en un museo en Rusia: la Sonata de Debussy, firmada  por su compositor. También quedan la Sonata para violín y violonchelo de Ravel con sus notas,y la Epifanía de Caplet, que fue compuesta para él. Lamentablemente, sus cartas desaparecieron en su mayoría con la muerte de sus hijos. Como resultado,  uno de los mayores tesoros de la escuela francesa de violoncelistas se fue desvaneciendo de nuestro recuerdo.

Sin embargo hoy en día todavía es posible ver los nueve cuadernos escritos durante la Primera Guerra Mundial y que se guardan en la Biblioteca Nacional de Francia, así como sus cartas y fotos; un cierto número de documentos escasos que, afortunadamente, se han conservado en la familia del compositor Lucien Durosoir. Sería muy lindo que se editaran estos cuadernos para que las nuevas generaciones puedan saber lo que un artista sufrió y cómo nunca abandonó el arte que lo hacía vivir: la música.

Su chelo de guerra, “le poilu”, hecho en las trincheras con cajas de municiones y que hoy se conserva en el  Museo de la Música en Francia.

Reviviendo la música de Maurice Maréchal

El chelo de trinchera original está en buenas condiciones teniendo en cuenta lo que ha pasado, pero no se puede tocar, y restaurarlo le quitaría todo su valor histórico. Cuando a Emanuelle Bertrand (violonchelista francesa) se le ocurrió que podría copiarse, llamó al luthier  Jean-Louis Prochasson para la tarea.  Este fabricante  accedió a hacer una copia idéntica. Así, después de pasar muchas horas estudiando el instrumento original, trabajó con el mismo tipo de materiales (algunos de época), y el resultado se dio a conocer en la Cité de la Musique en París el 10 de abril de 2011. El sueño de escuchar una vez más su sonido como una canción fantasmal en medio de la guerra se convirtió en realidad.
La violonchelista Emmanuelle Bertrand, en su original espectáculo musical, “El violonchelo de guerra, Maurice Maréchal y el Poilu”, nos permiten escuchar una vez. más la voz de este instrumento tan especial que Maurice Maréchal consideró tan
precioso como un Stradivarius en ese contexto. Mientras, dos voces van leyendo extractos de las notas de guerra del famoso violonchelista.